Otra de las paradas en nuestro viaje por Portugal, fue en Óbidos, una población amurallada, allí casi como si el tiempo no hubiese transcurrido, sin embargo está muy viva.
Le llaman la Vila das Rainhas (villa de las reinas) porque los monarcas Portugueses daban esta población como regalo de bodas a sus esposas.
Nos alojamos en una casa rural Casa do Fontanario del siglo XV. El nieto de los propietarios, Joao , una persona encantadora, que nos dió la bienvenida, con un trato muy amable y cercano, que antes del check in, ya nos había servido unas copitas con el licor típico de allí, pero este más rico que el que se vende porque lo hacía su abuelo de sus propios cerezos y echaba más cantidad de cereza.
Nos explicó de todo, que hacer , que ver, sitios de comer, nos habló del entrante marino cercano al pueblo, puesto que Öbidos está en el interior.
El alojamiento super limpio, con muebles antiguos, y un silencio que se agradece cuando uno llega muy cansado.
El desayuno lo tomamos en la cocina, y había de todo, zumos, cafés, tés, salados, dulces, fruta fresca, ........
Callejear por este pueblo y subir por la muralla y ver las vistas del campo, ojo con la altura y escaleras para subir a la muralla.
Pasear por la calle Rua Direita, llena de tiendas que son las mismas casas del pueblo, donde vive la gente, y que sacan sus surtidos de diferentes artesanias, para la venta, y que luego sobre las siete de la tarde, recogen todo y limpian la calle, escobándola y regándola , dejándola limpia para el día siguiente.
Allí lo típico el licor de cerezas (Ginja), y lo sirven en la calle sobre unos vasitos de chocolate, bien blanco o negro.
Callejuelas medievales, con las casas antiguas pero muy limpias y pintadas, rincones muy bonitos con buganvillas explosionadas de colorido.
De noche cenamos en un restaurante en la calle en la terraza, pero de pronto apareció una densa niebla y bajó la temperatura, y nos sacaron unas mantitas, y yo pedí un caldito, nos sirvieron unas aceitunas para picar y luego la cena en brasas.
Estuvimos con una pareja de italianos que se sorprendieron también del brutal cambio de temperatura pero nos dijeron que era porque venia del atlántico, pero pasamos una velada la mar de divertida con los otros comensales que cenaban también en el exterior.
Anécdotas de viaje..!
El majestuoso castillo, es hotel, se puede entrar a verlo es muy grande.
No perderse la Porta da Vila con sus azulejos portugueses en azul y blanco con escenas religiosas.
Cerca hay un acueducto fuera del pueblo y también está cercano el lagoa de Obidos .
Una delicia para visitar y un recuerdo maravilloso que nos quedará en la memoria.
mamarosa
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