domingo, 7 de julio de 2013

Una noche de fin de año especial



La Noche de fin de Año

Tengo montones de anécdotas de fiestas de fin de año, pero sin lugar a dudas hay una muy especial.
Éramos jóvenes y un pelín alocadas y con ganas de vivir y disfrutar de la vida, nos reíamos por todo y a todo le sacábamos jugo.
Yo llevaba un coche que compartíamos entre mi hermano y yo y ese fin de semana me tocaba a mí llevarlo, quedé con las amigas para marcharnos de fiesta y cuando fui a recoger el coche aparcado,éste se  había quedado sin batería y no lo podía poner en marcha.
Busqué gente que me pudiese empujar el coche cuesta abajo y así se pondría en marcha, pero no encontrábamos a nadie y nosotras no teníamos demasiada fuerza.
Pero entonces aparecieron dos muchachos que gentilmente nos ayudaron con el coche y se puso en marcha.
Como agradecimiento les dije que les invitaba a tomar un café que volveríamos en cuanto dejase mi coche en el garaje.
Ellos no debieron de creerlo, pero yo cumplo mis promesas, y volvimos a la estación donde estaban estos muchachos y les invité a café y se nos pasó el rato hablando y hablando.
Entonces uno de ellos nos dijo si teníamos planes para el fin de año, nosotras no habíamos pensado nada todavía, y él nos propuso que fuésemos a Granada . Le dijimos que lo pensaríamos y nos dimos los teléfonos.
Al día siguiente mis amigas y yo comenzamos a elucubrar sobre lo sucedido y a darle vueltas a la idea de pasar el fin de año fuera y con un chico que habíamos conocido, vamos una locura.
Pero a los dos días me llamó por teléfono para decirme  que iba a ir con un amigo a Granada y que si habíamos pensado el ir a esquiar a Sierra Nevada con ellos.
No sé cómo pasó pero que al final busqué un hotel en Granada y quedamos en una Plaza céntrica de la capital Granadina, día y hora.
Nos fuimos en tren y fue una odisea dos trasbordos y el último toda la noche en un tren atestado de gente porque eran navidades y la gente iba de un sitio a otro a reencontrase con amigos, familia. Había montones de muchachos de permiso del servicio militar cada uno con su uniforme, de tierra, aire, marina, emocionados con las vacaciones y la vuelta a sus hogares, sus novias, su otra vida.
Y nosotras en ese tren camino a un interrogante a lo desconocido. Lo pasamos de cine toda la noche sin dormir, la gente nos pasaba el anís los dulces  todo se compartía los chistes iban y venían, no paramos de reírnos con todos los chicos y los mayores también.
Recuerdo a un abuelo que la familia de Madrid lo enviaba a la otra familia de Andalucia, se llamaba Antonio y se lo pasó pipa con nosotras y toda la gente joven, con decir que ni dijo adiós a su familia en el andén.
Ya en Granada y deshechas las maletas, nos dirigimos en busca de los desconocidos al lugar elegido.
Fuimos a la plaza y estuvimos mirando para ver al muchacho con el que habíamos quedado, pero no nos acordábamos de su cara, porque era de noche  cuando lo conocimos, y ahora era de día.
Al final fue él el que nos reconoció, y vimos que era buena gente, nos contó que su amigo no llegaría hasta el día siguiente. Esa noche era Nochevieja y no teníamos plan ni gente conocida.
Nos fuimos de bares, intentamos ir a un cotillón pero estaban todos completos, así que con el frio dando vueltas por la ciudad, al final subimos a nuestro hotel y allí con doce galletitas saladas a modo de uvas y algunas latas que habíamos llevado  y agua del grifo, fue la nochevieja más divertida que pasé, lo que nos pudimos reír de tonterías, anécdotas, chistes …
A la mañana siguiente nos fuimos para Sierra Nevada en un coche que alquilaron y del cual me tuve que hacer cargo y conducir yo.
La pista de Borreguiles tomando el solecito con la nieve , fue genial, y por la tarde nos fuimos a Motril a la playita ,pasar de 0 grados a 23 grados en sólo unos 40 Km, creo no recuerdo bien, fue una pasada.
La verdad es que fueron unas vacaciones maravillosas, lástima que uno de los amigos ya no volvimos a verlo más, murió en accidente de coche, pero del otro seguimos en contacto y se convirtió en un buen amigo.
A veces las decisiones más tontas se convierten en importantes, y las locuras de juventud a veces salen bien
mamarosa

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