Ya estamos de vacaciones
Ya tengo a casi toda la familia de vacaciones y ahora esta casa es un caos.
Uno que se levanta a las tantas porque de noche no hay quien
le haga irse a dormir, viendo pelis, jugando con la play, ordenador etc.
Otra que madruga porque tiene que ir a la Universidad con el
proyecto de fin de carrera.
El padre que quiere irse fuera de la ciudad que necesita el
cambio de aires.
Y yo la que se está
poniendo histérica con tanto desmadre casero.
He intentado dejarme la casa limpita, cortinas, armarios,
trastero, pintar techo cocina, pintar dormitorio del chico, y luego a darle al
trapo con este calor es muy pesado, pero lo voy consiguiendo y ya falta menos.
Pero no puedo hacer mucho ruido porque molestamos al que
duerme y que “estoy de vacaciones y necesito dormir”, y los demás qué eh!,
porque yo no tengo vacaciones y cuando trabajaba sólo tenía las laborales,
porque las de nuestro hogar salvo si vas de hotel, nunca las puedes tomar, en
todo caso ir más relajadita de horarios nada más.
Voy a intentar respirar hondo y no tomarme las cosas tan en
serio, que es veranito, que tengo que relajarme, que voy a contar hasta 10
antes de gritar.
Y ahora escribiendo esto me viene a la mente cuando era yo
pequeña y que veranos tan largos, los recuerdo con calma, con mucho calor, en
las siestas en casa de mi abuela, que me hacían dormir, y que según recuerdo
jamás hice porque no me gusta sestear. Pero sí me encantaba echarme con mi
abuela y que me contara cuentos y anécdotas antiguas, algunas de un miedo
horroroso, y que bien me sentía a su lado, tranquila, arropada, feliz.
Me viene la imagen del chiquillerio en la calle, corriendo,
jugando, saltando, haciendo bromas y planeando cosas, y que sed, entrando a
coger agua a casa sudando “cuida hija que te puede sentar mal que está muy fría
y tú estás sudando” y la merienda lo mejor ,( yo entonces no comía nada), pan con
chocolate, o con vino tinto y azúcar, o con aceitunas negras, o con chorizo y a
veces jamón de la pata que tenía mi abuela colgada en la despensa.
Pero nosotros entonces no hacíamos caso, igual que ahora
hacen nuestros hijos ,ir a su bola.
Me encantaba leer en la cama o en las escaleras que hacia
menos calor, porque la canícula era total en aquella época, me río yo de los
cambios climáticos y todo ese rollo, entonces hacía un calor espantoso, había tormentas
de verano, en invierno hacía un frio horroroso con chupones de hielo y recuerdo
los sabañones en los pies y en las
orejas, bueno que me voy del relato.
Pues eso que añoro esos años en los que yo no era la madre
sino la hija mimada, la nieta consentida pero
bueno con la boca pequeña, que no me puedo quejar de nada sólo un pelín por
hacer una pataleta.
Pero sí que es verdad que cuando se piensa en el pasado se
ve otro ritmo, otra cadencia, un relajamiento.
Es así como recuerdo los veranos.
Y ahora siempre corriendo, para comprar, para preparar, uno
que se va allí , otra allá, ahora comer
porque me tengo que ir … ahh!! Que paren el mundo que me apeo.
Y aquellos otros recuerdos de cuando no había casi
preocupaciones, sólo disfrutar de las vacaciones, en la playa con mis padres,
en el pueblo con mi abuela, y luego tranquilamente preparar el plumier
(que no todos los años era nuevo) limpiándolo sacando mina a las pinturas y dejando todo
reluciente para comenzar el nuevo curso.
Las merendolas con los amigos en la playa, cantando con una
guitarra o montando una emisora de radio imitando a una novela de las que
entonces se oían en la radio haciendo los ruidos con la boca, y luego se
grababa en un casette y nos reíamos al escucharlo, que discurríamos un montón y
no gastábamos ni un duro. Recuerdo que hacíamos un guión con personajes y
cuando tocaba entraba a grabar su papel hablándole
al micrófono nos partíamos de la risa.
Jugábamos a hacer guerras en la playa, hacíamos dos enormes
agujeros y se metían cada equipo en su correspondiente hoyo y luego íbamos tirando
bolas de arena envueltas en bolsas de plástico.
Pero luego nos íbamos todos juntos a nadar para quitarnos la
arena, y después de cenar acudíamos al velador frente al mar a contar nuestros
secretos, anécdotas, nuestros primeros amores.
Bueno que ya se me ha ido el santo al cielo y sigo y sigo
con miles de recuerdos, esto es sinónimo de batallitas, mal rollo.
Pues eso que aprovecho para desear a todos que tengáis unas
buenas vacaciones, relajantes o estimulantes según sea el caso, pero que disfrutéis
y que a la vuelta se regrese con ánimos renovados para seguir.
Y pensar que aunque alguno no se vaya de vacaciones , en la
propia ciudad en verano hay también mucho que hacer, ver, escuchar, y que las
vacaciones son un cambio de ritmo , vamos a tomárnoslo como cuando éramos
niños.
mamarosa
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