Estamos perdiendo el sentido de lo natural??
El otro día hablando con mi amiga Cristy, me contó la anécdota de su hija cuando era pequeña y vio cómo se cocinaban los caracoles, que la niña veía que se ahogaban y querían salir de la cazuela y desde entonces ya no quiso comer caracoles.
Y yo comentaba que hemos criado unos niños muy flojos ante
las cosas naturales de la vida.
Claro que los niños que viven en las ciudades sólo ven en el
supermercado el pollo envasado, el cordero troceado , el cerdo en filetes, y no
piensan en cómo se elaboran estos productos. Lo más que ven de los animales de
granja es cuando van con el cole a una granja escuela.
Así que para ellos los animales de granja, son idílicos como
los cuentos de Beatrix Potter o son las mascotas de jugar por casa.
.
Pero cuando ven la realidad, les da aprensión y lloran ,no lo entienden y
luego de más mayores se vuelven veganos, vegetarianos...
Yo de pequeña he visto, como mi abuela cuidaba y alimentaba
los animales que luego servirían para darnos de comer.
Los pollitos nacían de los huevos de la gallina clueca , se pasaban a una caja y
con una bombilla y tapaditos se les daba calor y de allí salían los pollitos
amarillos ,como bolitas de algodón, ¡me encantaba tocarlos y cuidarlos¡.
Luego se hacían grandes y mi abuela los mataba y yo lo veía
hacer y no tengo trauma alguno porque era algo natural.
Así pasaba con los conejos y demás animales, y además se hacía matanza del cerdo, que a mí me
encantaba, no sufría oyendo al cerdo, y luego eso de preparar los chorizos,
morcillas, bolas, era como un juego, pero era una escuela de vida y se aprendía.
Con toda la familia, todos colaborando , con el olor de las
especias, creo que allí me empezó a gustar lo de la cocina, aunque en aquella
época yo apenas comía era una niña muy delgada.
Tengo otra anécdota, cuándo mi padre trajo un corderito de
leche y nos lo dejó para jugar por casa hasta que llegase el matarife, mi
hermano y yo íbamos subiendo las escaleras y él nos seguía y las bajábamos y él
jugaba con nosotros en plan mascota. Pero mi padre lo había comprado para
comerlo en navidad y nosotros lo sabíamos así que lo escondimos, y el pobre
balaba y le tapábamos la boca para que no balara y no lo fuesen a buscar. Yo en
esa ocasión lloré y no quise ver como lo mataban. Pero en Navidad me lo comí.
Esto viene a cuento también de que a los niños les ocultamos
las cosas para que no sufran y los hacemos blandísimos ante la vida. Ahora no
se les lleva a un velatorio, ¡pobrecitos
que se asustarán! pero es la vida y la muerte también es natural. Y eso no les
hace malas personas ni con traumas, creo que es peor tenerlos siempre en un
mundo idílico porque cuando se enfrentan a las adversidades no las soportaran.
Eso sí tenemos que tener sentido común como padres y ver para cada edad , lo que les puede
corresponder ver, y aprender.
Imagino que algunos de vosotros me vais a poner a caldo,
pero pensadlo, yo no juzgo los demás comportamientos. Sólo constato situaciones
de antes y ahora, y no soy de las que pienso que todo lo de antes era mejor.
Cada época tiene sus cosas buenas y malas y hay que buscar aprender sólo de lo
bueno, pero creo que no tenemos que alejarnos tampoco de lo natural.
Hasta que sólo tengamos para comer píldoras, yo prefiero
comer lo que tenemos a nuestro alcance.
Mamarosa
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