Mi primer viaja a Italia
No lo olvidaré nunca porque fue una experiencia una emoción
los pocos años que tenía (18) el viajar solo con una amiga el sentirte mayor
y libre y conocer Italia que me hacía muchísima ilusión.
Para que me pudiesen dar el pasaporte tuve que hacer el servicio social que era como el servicio militar de los hombres sólo que las mujeres hacian una canastilla de ropa que daban a la Sección Femenina pero las que eramos estudiantes teniamos que hacer 3 meses de trabajo para la comunidad, yo estuve en un centro oncológico haciendo trabajo de oficina. Que vieja soy y que cosas os cuento de aquellos años.
El viaje lo hicimos en barco desde Barcelona se llamaban Canguros
y teníamos un camarote con nuestras literas y baño y recuerdo que empezamos a
sacar la ropa para ponernos para salir a cenar y casi no hicimos caso del pobre
padre de mi amiga que estaba buscándonos en el puerto para decirnos adiós.
Estábamos como locas bueno sin el estar éramos unas locas totales.
La travesía genial yo ni me maree ya había ido en barco a
Mallorca cuando tenía 14 años pero este era más grande y además teníamos que
pasar por el golfe du Lion que allí suele moverse más.
Pero a nosotras lo que nos iba era el salir a cenar el
pasear por todos los sitios y luego el ir a la discoteca y si se podía ligar un
poco.
Por la mañana muy temprano llegamos a Génova y estábamos como
los zorros de cansadas porque nos habíamos acostado tarde y luego charlando en
el camarote y la emoción.
En Génova después de pasar por la aduana del barco nos
fuimos a coger un tren para ir a nuestro destino Vicenza y nos liaron con los
trenes el caso es que cogimos uno que le llamaban el Acelerato y si sí de
acelerado nada era lentísimo como los trenes correo de España que paraban en
todos los sitios, pero a nosotras nos daba lo mismo ,allí conocimos a un chico
de Chile que se llamaba Domingo y no paramos de hablar y de contarnos cosas interesantes
de su vida y no hacía más que decirnos imperialistas por nuestra forma de
hablar.
Luego tomamos otro tren que nos dejó en un apeadero hasta
que nos vinieron a recoger y fuimos a nuestro alojamiento.
Una vez allí fuimos como bichos raros y nos presentaban a
toda la gente joven y decían que éramos Españolas y nos decían “pero si no son
morenas y olé toro y todas esas cosas de
bailar flamenco … lo típico tópico y es que en aquellos años no venían italianos
por España, empezaron a llegar cuando el mundial del naranjito .
El caso es que teníamos todos los días montones de chicos
que nos pedían salir a conocer la ciudad o ir a Venezia o a los Alpes. Y bueno
lo pasamos genial, al principio como no sabíamos italiano y ellos tampoco
Español pues había muchas confusiones como cuando nos querían dar en el
desayuno burro y nosotras decíamos que no hasta que vimos que era mantequilla .
En la casa estábamos estupendamente porque la dueña nos
llevaba en un fiat 500 a todos los sitios y estábamos todo el día con Adamo en
el reproductor de música cantando a grito pelado menos mal que era un chalet.
Un día vino un conocido y nos dijo que íbamos a Verona a la
Arena para ver la Opera de Romeo y Julieta, que ilusión nos lo pasamos engrande
porque el chico era un showman y nos contaba miles de historias antes de
empezar la opera nos habían dado velitas que encendimos y como era de noche se veía
todo iluminado por centelleantes lucecitas. Una gozada.
Otro día fuimos a la zona Alpina que es preciosa y en un
restaurante se bailaban valses y polkas y yo no sabía peo Giusseppe sí y me
dejaba llevar por la música al lado del lago una belleza de noche de verano.
Fuimos al lago de Garda Venezia Milán ,Padova, en Trieste la frontera con
Yugoslavia (no teníamos visado y no pudimos pasar)y por muchísimos sitios
fueron unas vacaciones maravillosas conocimos a muchísima gente hacíamos vida
de italianas íbamos a comprar con la bicicleta nos reuníamos en la plaza con la
gente tomando refrescos y viajamos mucho.
Nunca podré olvidar este primer viaje a Italia cuando
regresamos a España no hacíamos más que hablar de lo guapos que eran los
italianos, (tópico), y de lo bien que lo habíamos pasado de las anécdotas ocurridas
las compras, las tiendas, y hasta
volvimos hablando bastante el idioma.
Nos encantaron las pizzas del Bel moro que eran enormes y olían
muchísimo a orégano que no se llamaba así el local pero el que las hacía era
del sur de Italia y era un morenazo y la amiga decía que bello moro y se quedó
con el nombre.
Y a la vuelta en el barco yo había comprado Parmesano y me
abrieron en aduanas la maleta y vino el perro a husmear por encima para
comprobar si llevaba algo prohibido y no paraba hasta que sacamos la bolsa con
el queso.
Hay miles de anécdotas pero no pararía y las recuerdo la mar
de nítidas la juventud, la alegría las ganas de fiesta la inocencia e
ingenuidad y la felicidad de aquellos años vividos.
mamarosa
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