jueves, 26 de septiembre de 2013

Las meriendas a lo largo de mi vida

Las Meriendas
Cómo han cambiado los hábitos a la hora de la merienda.
Recuerdo cuando era niña, en casa de mi abuela, que me solía dar para merendar pan con olivas negras, o una onza de chocolate con pan,  y a veces pan untado con vino tinto y azúcar, que me sabía a gloria y no me emborrachaba.
Imagino las caras que pondrán algunos al leer esto, daban vino a una niña…¡horreur!.
También nos daban aceite con azúcar, si estabas un poco flojo porque habías tenido catarro o porque no comías mucho te daban reconstituyentes, yema de huevo con azúcar y luego echaban leche o Quina Santa Catalina.
Mi abuela que era muy repostera siempre tenía, algún dulce casero para darnos, rosquillas, madalenas y por supuesto jamón serrano, de la pata que colgaba de la despensa, y que ya de muy niña me encantaba.
Me han contado mis padres, porque yo no lo recuerdo, que una vez llevé a mi abuela hasta la despensa y le señalaba con el dedito hacia arriba, pero como no sabía hablar,  (era muy niña porque yo lo de hablar…, empecé muy joven y aún no he parado), mi abuela no me entendía y entonces hice el sonido de los cerdos y me comprendió, y me dio jamón.
El bocadillo con pan untado con tomate y aceite y luego jamoncito ¡umm que rico!, y que bueno era entonces que sabor, y las magras que buenas estaban con tomate frito.
En el colegio, yo me quedaba a comer y luego nos daban merienda, pues consistía en pan con chocolate un día y al día siguiente con embutido, generalmente chorizo, y si llegabas tarde alguna avispada te lo quitaba y luego te quedabas sin merienda que era lo que más nos gustaba, así que entonces aprendí a ser muy puntual y sigo siéndolo todavía. No porque fuese buena comedora, que era malísima, no me gustaba nada y estaba muy delgadita, pero la merienda sí que era lo que mejor comía.
Cuando mis hijos eran pequeñitos, les llevaba la merienda al cole cuando los iba a recoger, y seguí con la tradición del jamón untado con tomate, el jamón cocido con queso, y luego les llevaba en un tupper fruta cortadita, pera, manzana, gajos de mandarina, y plátano.
Después ellos me pedían zumo de bote porque veían a los demás críos, así que terminé por comprarlos también, aunque no me gustaron nunca demasiado.
Lo que me negué casi en redondo, salvo alguna excepción, ha sido a darles bollería industrial.
Pero ahora con las prisas y el mundo de locos que llevamos, veo que los críos toman para merendar, mucho yogur bebido, bollitos de bolsa, petit Suisse etc.
En los cumpleaños de mi infancia se estilaba dependiendo del tiempo, es decir en invierno nos daban chocolate a la taza con churros o tostones de pan, y si era primavera/verano, pues entonces eran con embutido.
Pero estas meriendas las recuerdo sentados todos en la mesa de los comedores de las casas quietecitos sin movernos de la mesa donde nos servían la merienda y luego a jugar a la calle.
Antes la merienda era como un rito, que no sólo hacíamos los niños, que también lo hacían las personas mayores, sólo que ellos tomaban el café con leche y alguna pasta y las abuelitas copita incluida de algún licorcillo. (Ellas sí que sabían), y la tensión ni la miraban y estaban más tranquilas.
Es broma, que hay que cuidarse y tomarse la tensión etc, pero sin obsesionarse, que hay que vivir.
Ahora creo que ya no se hacen meriendas en casa, en todo caso quedamos a tomar café con las amigas por ahí y además sin bizcochito porque no estamos para engordar más.
Antes también solíamos ir de visitas, cosa que yo odiaba, porque me aburría mortalmente, pero no rechistaba.
Recuerdo que iba con mi abuela a visitar a sus primas, conocidas, amigas, y yo me tenía que portar muy bien, ser educada y todo eso que antes se llevaba muy a rajatabla.
No se molestaba, había que estar calladita, responder sólo cuando te preguntaban, estar modosita (que palabra), y lo bueno es que hacíamos caso, no como ahora que los críos hacen lo que les da la gana, bueno ni lo uno ni lo otro, pongamos mejor el término medio, es lo que tendría que ser.
Bueno que me despisto, pues recuerdo en casa de tía Antonia ,que era una prima de mi abuela, que era muy habladora y no dejaba meter baza a nadie, le llamábamos la muda de pitorreo, pues ella siempre sacaba una botellita rellena de guindas, no sé si con anís o con Marrasquino, que me encantaban y luego galletas María. Me ponía de guindas a tope y luego salía un pelín perjudicada y la mar de contenta.
Ahora en Navidades siempre compro guindas al marrasquino cubiertas de chocolate y me recuerdan un poco a aquellas tan ricas.
Era lo mejor de aquellas aburridas visitas, mi abuela no lo veía así, pues ella disfrutaba hablando y poniéndose al día de la familia que en su caso era extensísima.
Pasó la infancia y vino la juventud y las merendolas y guateques se hacían o con los papás que no paraban de mirar a los chicos, o por fin a veces se iban los padres a darse un paseo y te dejaban con el tocadiscos a toda pastilla y las coca-colas, mirindas, trinaranjus, tang, y bocadillos de embutidos y el foie gras Mina, y la tarta de cumpleaños con velitas.
Y ahora pues celebramos parecido sólo que los productos han cambiado y las modas también, y ahora la madalena es cupcake,el bocadillo sanwiches, y somos más Europeos y más made in Usa.
Tiempos nuevos ritos nuevos, pero lo importante es seguir celebrando meriendas con los amigos.
Y ya de paso quiero felicitar a mi amiga Cristy que como la tengo lejos no puedo ir a celebrar merienda con ella por su cumpleaños. Te quiero amiga mía, que pases un día muy feliz y cuando nos veamos ya nos haremos una meriendica.
 mamarosa




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